Victima y Cazador III

Volvía a tener el mismo problema.
<<¿Qué hago? ¿Salto de nuevo?>>
Se acercó al borde del tejado. Colocó sus pies en la barandilla y miró hacia abajo.
Aún llevaba puesta la pulsera que Tom le regaló.
Tras la ruptura, no volvieron a verse, pero ella guardó los recuerdos en el fondo de su mente. Conservaba la certeza de que volverían juntos. Ya no le amaba, pero al rememorar todos esos momentos felices le hacían creer que siempre habría una ocasión para encender la llama de su pasión otra vez.
Pero claro, Tom dejó de sentir mucho tiempo atrás.
Y las posibilidades de regreso eran nulas.

Ésta fue la primera vez que ella contempló esa realidad.
Agarró la pulsera, y con una extraña firmeza la arrojó lo más lejos que pudo.
Lo hizo apresuradamente para que su conciencia no tuviese tiempo de arrepentirse.
<<¿Para qué esperar a Tom? No me siento sola, ahora tengo a Jared.>>
Cerró los ojos con pesadez.
Jared no estaba.

Le conoció apenas unas semanas antes, cuando su gato Zoo se escapó. Le buscó por todas partes, hasta que dio con él. Resulta que tenía novia, y se habían escapado juntos. Estaban comiendo sobras en un callejón, y cuando vio a su ama, anduvo hacia ella para frotarse con sus piernas. Pensó que Zoo se habría arrepentido de la decisión nada más enterarse del menú del día.
El gato le hizo una seña a la hembra, y ésta también se acercó a saludar.
<<Bueno, parece que tenemos una nueva miembro en la familia... Eh... Bride, ya que pareces ser su novia>>.
En ese momento, una risa demente alcanzó sus oídos. Era estridente y aguda, con un toque de ira enfermiza.
–¡Hola!–exclamó separando las sílabas ese extraño que se ocultaba al fondo del callejón.
Como hechizada caminó derecha a las carcajadas histéricas.
Notó un golpe seco en la nuca, estaba tumbada en el cemento y tenía un gran peso en su estómago. Al abrir los ojos la escena no la complació: Una mujer joven estaba sentada sobre su tronco y acariciaba excéntricamente su cuello.